“Ciertamente les aseguro que ustedes verán abrirse el cielo y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre”

Juan 1:51 (NVI)

 

¿Sobre qué está puesta nuestra mirada?

 

Circunstancias, caos, malas noticias sobre nosotros mismos, nuestras limitaciones propias, dudas, ¿serán estas situaciones las que empañan nuestra visión de Dios? Seguramente muchas cosas minimizan al Dios hacedor de mialgros. 

 

Es importante recordar que la Biblia está llena de sucesos milagrosos. Lastimosamente, se ha manipulado la evidencia del poder de Dios y su manifestación. 

 

Es parte de su naturaleza otorgarnos bienestar y bendecirnos siempre, pero el milagro ocurre cuando no hay una explicación humana, cuando las cosas superan nuestra razón. En esto consiste evidenciar su soberanía y deidad.

 

Desde Génesis, Él se ha manifestado con milagros por sí mismo y por medio de instrumentos humanos. Lo vemos cumpliéndose a través de Jesús, en los apóstoles, y hoy día, mediante su iglesia, por medio del Espíritu Santo.

 

¿Es posible que hoy veamos milagros, o tenemos tendencia a dudar como Natanael?

 

Que nos impide verlos:

 

1-Los perjuicios: Una actitud que todavía prevalece. El Mesías no podía venir de un lugar tan poco atractivo, había una predisposición en contra a la verdad. Muchas veces las evidencias del poder de Dios son descartadas por nuestros prejuicios: “¡De Nazaret! replicó Natanael. Acaso de allí puede salir algo bueno” (Juan 1:46)

 

2-Las dudas y escepticismo: Debemos deshacernos de toda duda, abrazar una fe viva y genuina, y decir “Tú eres el hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel” (Juan 1:49). La promesa que el Señor Jesús le dio a Natanael y a todos nosotros es que, veríamos abiertos los cielos. 

 

León Morris escribe que: “Jesús es el eslabón entre el cielo y la tierra, y el medio por el cual las realidades del cielo descienden hasta la tierra. A lo largo de su ministerio fueron evidentes su poder y gracia haciendo milagros”. 

 

Jesús nos dice que “cosas mayores que las que Él realizó veríamos” Esa promesa aún está vigente en nuestros días. Esa maravillosa noticia de Felipe aún resuena en el mundo: “¡lo hemos encontrado, ven y ve!” (Juan 1:45)

 

¡Él sigue haciendo milagros!