Vida Abundante Uruguay - Lunes 23 de Mayo 2022
Hambrientos por Su Palabra
Por: Leticia Viera
“Al oír las palabras de la ley la gente comenzó a llorar. Por eso el gobernador Nehemías, el sacerdote y maestro Esdras y los levitas que enseñaban al pueblo les dijeron: “No lloren ni se pongan triste, porque este día ha sido consagrado al Señor su Dios” Nehemías 8:9 NVI
Hay algo que resuena una y otra vez en mi mente y es la palabra llanto. Me hice la pregunta ¿por qué lloraron estos israelitas al escuchar la palabra de Dios? Había una necesidad tan grande en el corazón ya que hacía mucho tiempo que estaban sin reunirse para escucharla. Valoraron la oportunidad que Dios les estaba dando no solo con la reconstrucción física de la ciudad sino también de sus mismas vidas.
La manifestación de Dios a través de su palabra era tan fuerte que fueron capaces de quebrantarse ante ella y arrepentirse al oírla.
Cuando Nehemías llegó a Jerusalén encontró algo más que muros caídos, encontró vidas destruidas como consecuencia de su cautividad en Babilonia. Por eso, convocó al pueblo para que escucharan a Esdras leer la ley de Dios.
¿Hace cuánto que no nos quebrantamos delante de su Palabra?
¿Qué valor tiene ella para nosotros?
En la actualidad, tenemos la oportunidad de acercarnos confiadamente a Él por medio de su Palabra. En muchas oportunidades he escuchado que se valora más algo cuando ya no lo tenemos. Hoy tenemos un tesoro en las manos que es un regalo. Es Dios mismo dándonos a conocer su voluntad y naturaleza divina. El regalo de contar con la ayuda del Espíritu Santo que nos guía y nos da entendimiento de ella, y, de personas que también nos ayudan a comprenderla. (Nehemías 8:7)
Ayer compartía con una amiga el valor de la escritura, cómo las palabras pueden llegar al corazón de alguien y cambiar a una vida. La tecnología como medio de comunicación nos ha facilitado mucho a propagar el mensaje, pero unas líneas escritas personalmente para alguien cobran vida y hacen pensar que la persona que te la envía piensa en ti.
La Biblia es la carta personal para ti y para mí. Son esas palabras que cuando las lees cobran vida. Son las que revelan quien es el autor de la vida. La Biblia es la que manifiesta al mismo Verbo, es la que transforma, la que no perece en el tiempo, la que nos desnuda y humilla, pero al mismo tiempo, nos conforta y anima. Ella es motivo de celebración y gozo, cuando logramos entenderla.
Así que te animo a acercarte a ella con atención, respeto, confianza, con una actitud de adoración, pero también, deseosos, expectantes, dejándonos que Dios nos hable.
Hagamos de su lectura un compromiso y un hábito, y ella no solamente cambiará nuestras vidas, sino que, también la de aquellos con los que la compartimos.
“Deseen con ansias la leche pura de la palabra, como niños recién nacidos. Así, por medio de ella, crecerán en su salvación, ahora que han probado lo bueno que es el Señor.” 1 Pedro 2:2.