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Vida Abundante Uruguay - Miércoles 1 de Diciembre 2021 

Un Alma sin Descanso

Por: Leticia Viera

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“Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen  mi yugo y aprendan de mi, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma.”

Mateo 11:28-29

 

Quisiera comenzar haciéndonos una pregunta: ¿Cómo estamos a esta altura del año?

 

En estos días la respuesta de la mayoría ha sido cansado, peleándola, a punto de colapsar, exhausto, por tirar la toalla, afligido etc.

 

Respuestas que no han sido muy alentadoras, independientemente de la edad.

Un cuadro muy gris se refleja en el rostro de las personas agobiadas, sin esperanza, sin sueños. Incontables historias de vidas sin rumbo o llevadas por el viento de la desesperación es lo que tal vez la mayoría de nosotros escuchamos. 

 

¿Qué factores han provocado tal pandemia?

 

Preocupación desmedida, pérdidas, enfermedades, cargas, pleitos, soledad, incomprensión, situaciones económicas, sed de poder y control. Estos llegan a causar ansiedad y depresión y de la depresión al suicidio. Variadas  pueden ser las situaciones que han llegado a afectar a muchos en este mundo, inclusive perder el valor por la misma vida.

 

Pensaba que nombre ponerle a este cuadro tan gris y qué se esconde detrás de todo este panorama. Se esconde un alma cansada, abatida, afligida. Un alma sin aliento, sin sentido de pertenencia. Un alma sin descanso.

 

Jesús hace referencia a esa alma afligida y nos invita a ir a Él. 

 

“Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen  mi yugo y aprendan de mi, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma.” (Mateo 11:28-29)

 

Cuando leemos estas palabras nos hace referencia a una invitación a descansar en el “vengan a mí”, a la fuente de vida, a un descanso que va mas allá de lo físico, a algo mayor.

 

Aunque  el descanso físico es sumamente importante, la intención de Jesús es caminar con nosotros y nos hace referencia a caminar con y como él lo hizo: con un corazón humilde y apacible. Un corazón confiado en su fidelidad  y en su soberanía, confiado en su gracia y en su provisión. 

 

Cristo nos invita a soltar la carga emocional. Aquellas cosas que nos han desgastado por años, incluso en la forma en la que nos acercamos y nos relacionamos con Él. Lo que se ha convertido muchas veces en religiosidad, en ese yugo difícil de llevar. Jesús no pone condiciones. Su invitación no es por mérito alguno, es por gracia, por amor. No depende de cuanto nos esforcemos. No nos exige ni demanda perfección, tan solo nos invita  a refugiarnos en EL.

 

Tal vez hemos llegado a estos días haciéndonos esa pregunta:

¿cómo estoy?, ¿cómo esta mi alma?. ¿Animada?, ¿cansada?, ¿esperanzada?. 

 

Sería un buen momento  en este periodo festivo recordar quién es nuestro Salvador y correr una vez más a su presencia. 

Mi oración es que puedas recuperar fuerzas  e “ir” así como estás,  asientes tu corazón en confianza y te dejes  caer en esos verdes  pastos, en ese lugar de descanso que solo el Buen Pastor provee.

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